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Dietmar Krämer, Padre in Llica Bolivien Nachrichten von Padre Dietmar Krämer
in Llica Bolivien


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17.04.2005

LLICA
Donde reinan la educación, el Bayer Munich y los chuteros

Nacida en la provincia Daniel Campos de Potosí, la población joven de este confín convive como si nada con el contrabando diario de automóviles.

Miguel Vargas
Fotos: Fernando Cuéllar

LLa plaza de Llica reúne los domingos a los comerciantes. El catedrático Antonio Aguirre Atola posa frente a la fachada de la Norm
La carretera escupe 300 kilómetros de polvo al parabrisas desde La Paz. Antes de que el motor se detenga en Llica, una tranca improvisada impide el paso. Atrapados en un rostro agrietado y moreno, los ojos de un niño de 13 años se acercan al volante. “Me tienes que pagar peaje”, explica mostrando un documento en que la Subprefectura lo habría nombrado 'cobrador de comisiones' por los autos chutos.
“Amigo, este coche sí tiene placa, no es chuto”, le sugieren desde la cabina. El niño, asombrado con la existencia de tan raro espécimen por esos lares, no tiene más remedio que levantar el alambre que impide el paso a Llica.
Ubicado en la provincia Daniel Campos, Potosí, Llica es un pueblo de contrastes. Por un lado está la población con el menor índice de analfabetismo del país, tiene la Normal “Franz Tamayo” y una iglesia que permitió el ingreso de las telecomunicaciones y promociona el deporte. Por el otro está el flujo constante de contrabando, una controvertida fuente de ingresos.
“En Llica somos unos 2.000 habitantes”, dice Óscar Lucas Ticona, ex presidente del Concejo Municipal en cuya gestión, junto a otros cinco concejales, se reforzó el programa educativo. “Los ancianos contaban que en la Guerra del Chaco, por saber leer tenían mejores puestos, eran comandantes. Ahora tenemos casi el 100 por ciento de alfabetismo”, se enorgullece. Uno de los principales motores de este desarrollo es la Unidad Educativa y la Normal “Franz Tamayo”, con alumnos que llegan de La Paz, Villazón, Camargo, Yungas y más.
Y mientras Óscar habla, pasan tres chutos levantando polvareda. “No hay en la zona un puesto de control. Las autoridades prefieren no meterse. La comunidad se relaciona con estos elementos, pero no dice nada. Con silencio responde”.
Fachada de la iglesia de Llica, donde hay misa cada domingo. Mural de una de las promociones del Instituto Normal Franz Tamayo.
Profesionales frustradas
“Mi nombre es Antonio Aguirre Atola, catedrático del Instituto Nacional Superior “Franz Tamayo”. Tengo 45 años. La normal se fundó el 6 de junio de 1961 y la finalidad es la educación bilingüe”.
Antonio recorre las instalaciones costeadas por el pueblo. Diez catedráticos a tiempo completo y 11 a medio tiempo conforman el plantel docente. Tras una baranda con las pinturas que sirven de firma a cada una de las promociones que pasaron por sus aulas, se encuentra el internado.
Justina Sandra Rodríguez Huarita está en el tercer semestre de Matemáticas. Llegó de Oruro y se animó a seguir la carrera más por la cuestión económica y la presión familiar. “Mis papás no podían sostenerme. Iba a estudiar Medicina, pero mis papás no pueden sostenernos a los dos, pues no tienen un trabajo estable”, lamenta. Los padres de Sandra le envían entre 100 y 150 bolivianos al mes. El internado corre por cuenta de la Normal y del pueblo porque está becada.
A Sandra no le gustaba enseñar y cuando llegó se deprimió. “Yo quería ser doctora. Pero ya me estoy ambientando, aunque extraño a mi familia”. Sabe que su carrera la llevará a lugares sin muchas comodidades en el área rural, pero está preparada. “Es la primera vez que me alejo de mi familia y sé que va a ser para siempre. Cuando empiece a trabajar me van a enviar lejos”.
Sandra deja los pesares y arregla su habitación, desempolvando sueños mientras sacude la colcha. “En 10 años sigo con la esperanza de estudiar Medicina”.
Cerca de allí, colgando ropa, está Pamela Pérez, de 20 años. Viene de la localidad de Pulacayo, a 40 minutos de Uyuni. “Me estoy acostumbrando, pero no me gusta el viento ni el calor que quema. Me gusta estudiar, pero yo quería estudiar Psicología”. Y agarrada del colgador se asoma a la calle. Un par de automóviles sin placa vuelve a pasar entre los estudiantes como si fueran parte del paisaje.
El padre Dietmar Krämer, junto a su equipo local Bayer Munich. Los jóvenes dedican el domingo a visitar los puestos de venta en la plaza.
El Bayer Munich
“Es el único equipo profesional que hay en la región”, bromean los lugareños. Lo que sucede es que el sacerdote alemán Dietmar Krämer, un fanático del balompié, proporciona uniformes e invita refrescos y almuerzo a quienes forman parte de su equipo.

“Como a mí me gusta jugar fútbol, he fundado el club deportivo Bayer Munich. Hoy hemos jugado contra los equipos de la Normal. Hemos ganado 4 a 2. En el pueblo falta distracción sana para la juventud y jugar es siempre mejor que tomar”, comenta el sacerdote que tiene en su club unos 40 jóvenes, distribuidos en los equipos 1 y 2, además del de damas. A pesar del esfuerzo, el equipo salió tercero el pasado año.

Lleva 12 años en Llica y Tawa. Con su llegada, la iglesia cambió de rostro. Además, ha promovido una radio, un canal y grupos folklóricos. Una gigantesca antena destaca en la vivienda del sacerdote, que tiene internet y telecomunicaciones. 

La misa dominical de las 19.30 atrae sobre todo a los jóvenes. Los adultos se han decantado por la fe evangélica, aunque nunca dejan de celebrar en julio la fiesta de su patrona, María Magdalena.

La iglesia la pintan cada año y dentro aún se guardan reliquias como un librero antiguo y el guardarropa de cactus. La platería ha sufrido varios robos.

“La población de la zona se dedica a cultivar la quinua y la ganadería y, no queremos callarlo, también al contrabando y al narcotráfico. Los chuteros son hartos y en el narcotráfico están unos cuantos. Los chuteros tienen un lugar importante en la zona”.

Pero el tiempo se acaba al igual que el día. Cumplidos los 50 años, el padre Dietmar está a un paso de la jubilación. “Tengo que decidir si quiero quedarme o si vuelvo a Alemania. Después de tantos años, si me voy, la parroquia será atendida por Uyuni nomás”. Con la triste idea aún revoloteando en el aire, el padre cruza la calle mientras los motores de más coches chuteros dejan su única evidencia: el polvo.

Los lugareños creen que el Bayer Munich es un equipo profesional.
El paso de un vehículo chuto por los polvorientos caminos cercanos a Llica. El altar de la iglesia de Llica tiene como figura a María Magdalena.

Mit herzlichen Grüssen und in Dankbarkeit Euer P. Dietmar.
Quelle: http://www.la-razon.com/Rev_escape/Abril/esc050410a.html

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